Por Dominick S. Hernández

IVP Academic tuvo el privilegio de patrocinar el almuerzo de la Sociedad Teológica Evangélica para académicos de minorías étnicas en su reunión anual en San Antonio en noviembre de 2023. Los académicos Sherelle Ducksworth y Dominick S. Hernández ofrecieron palabras inspiradoras a los que asistieron, presentando una visión de la erudición sujeta en primer lugar a los valores de Jesús y su reino, y no al elitismo académico o al individualismo. Nos sentimos honrados de poder compartir las palabras tanto de Ducksworth como de Hernández (lea la presentación de Hernández en inglés aquí) de ese evento (lea la presentación de Ducksworth en inglés aquí). Que se sientan animados por su visión esperanzadora de la vida académica formada en Cristo.


En este punto de mi vida y mi carrera, es tentador pensar que mi arduo trabajo por sí solo es lo que me ha traído hasta aquí. He obtenido un doctorado en una universidad basada en la investigación, y actualmente trabajo como profesor titular en una institución notable. Por supuesto que hubo muchas noches largas y madrugadas a lo largo de los años durante los cuales implementé la disciplina y la dedicación. No obstante, al principio de mi trayectoria académica aprendí que el trabajo arduo y la dedicación por sí solos no bastan para obtener un doctorado. Estos por sí solos no escriben libros. Ni elaboran ponencias de conferencias, ni planean clases o redactan programas de estudio. Para lograr estos objetivos, llevar a cabo efectivamente otras tareas profesorales y enfrentar otros desafíos asociados con la educación superior, uno necesita una comunidad; uno necesita una red de apoyo con la que haya afinidad.

En resumen, nosotros, los académicos, nos necesitamos mutuamente.

En mis primeros años académicos, en los que luché por ingresar a un programa de doctorado, trabajé arduamente para terminar la disertación y consideré las (faltas de) oportunidades laborales, hubo un grupo de académicos, compañeros y mentores que amorosamente se unieron a mi familia y a mí para ayudarnos en esos momentos. Durante mis primeros años de enseñanza y al enfrentar el drama de la educación superior que facilitó mi transición a tres instituciones en tres estados diferentes en mis primeros seis años como profesor, este grupo de académicos empáticos nos amó y caminó con nosotros.

Basándome en estas experiencias, he creado una lista corta de cómo los académicos pueden amar y cuidar a otros académicos. Esta lista ciertamente no es exhaustiva, pero registra algunos de los actos de amabilidad que mis compañeros y colegas me han mostrado y que han sido alentadores, apoyando mi desarrollo como académico y facilitando mi inversión en otros. Mi objetivo al crear tal lista es para mostrar dos metas:

  1. Nunca quiero olvidar cómo se siente estar en las diferentes etapas de la lucha académica. Recordar cómo es estar luchando por ingresar a un programa de doctorado, luchando por terminar la disertación, luchando por encontrar el trabajo adecuado, luchando por encontrar tiempo para cualquier cosa personal durante esos primeros años de enseñanza. A veces los seres humanos experimentan amnesia una vez que han alcanzado ciertos logros, olvidando de dónde vienen y lo que les llevó a lograr estos objetivos. La memoria de estas luchas académicas debe permanecer vívida en mi mente para que recuerde ser agradecido por el apoyo que he tenido y sigo teniendo en mi carrera académica y para que recuerde transmitir a otros lo que se me dio a mí.
  2. Espero que compartir cómo otros me han ayudado anime a otros académicos a amar y animar a otros académicos de igual manera. Esto es particularmente importante dentro de las comunidades étnicas que están escasamente representadas en la educación superior. Muchas minorías étnicas en el mundo académico lidian con problemas similares que podrían desalentarnos potencialmente y silenciar nuestras muy necesarias voces. El desaliento no es algo exclusivo de las minorías en el mundo académico, pero la retirada debido a la desesperanza tiene un efecto amplificado en nuestras comunidades ya que somos tan pocos. Espero que esta breve lista de exhortaciones sirva como punto de partida para que otros académicos bendigan, inspiren y motiven a nuestros colegas.

1. LOS ACADÉMICOS PUEDEN PREOCUPARSE POR OTROS ACADÉMICOS DE MANERA MÁS PERSONAL QUE PROFESIONAL

Los académicos tienden a hablar con otros académicos sobre sus proyectos. Hacemos esto tanto que a veces nos identificamos a nosotros mismos, y a los demás, con la calidad de nuestro trabajo. Sin embargo, algunas de las conversaciones más enriquecedoras que he tenido han sido con personas que rápidamente han pasado de la típica charla sobre temas de disertación y editoriales a conversaciones relacionadas con objetivos personales. "Dominick, ¿quién quieres ser?" siempre ha sido una pregunta más estimulante para mí que "Dominick, ¿qué estás escribiendo actualmente?". Si las conversaciones personales con nuestros colegas son menos importantes para nosotros que la simple charla relacionada con el trabajo sobre nuestros proyectos, entonces nuestras prioridades están fuera de orden como académicos cristianos. Las personas siempre son más importantes que sus proyectos. Las personas siempre son más importantes que nuestros proyectos. Alentemos a nuestros colegas priorizándolos como personas con quienes trabajamos en un campo exigente y a veces poco gratificante.

2. LOS ACADÉMICOS PUEDEN EXHORTAR A OTROS ACADÉMICOS A CONTEMPLAR LO QUE REALMENTE ES IMPORTANTE

Muchos de nosotros estamos familiarizados con una versión del sabio refrán que dice algo como: "Aquellas cosas que son urgentes usualmente no son tan importantes, y aquellas cosas que son importantes usualmente no son tan urgentes". Este proverbio es particularmente cierto en la vida de un académico.

Los académicos tienden a preocuparse por todo tipo de cosas que importan poco en el gran esquema de las cosas. Los artículos revisados por expertos son importantes, pero no tanto como nuestra salud mental. El próximo contrato de un libro es importante, pero no es tan importante como cenar con nuestras familias. Trabajar para conseguir la permanencia es genial, pero no vale la pena sacrificar nuestro servicio a la iglesia y, por lo tanto, un aspecto de nuestra salud espiritual. He sido tremendamente alentado por otros académicos que me han exhortado a considerar aquellas cosas que son verdaderamente importantes y no solo aquellas cosas que se sienten urgentes en el mundo académico. Como académicos, le hablamos de manera única a nuestros amigos en el mundo académico, les hablamos desde un lugar de profunda afinidad, y esto nos permite empatizar con las presiones del mundo académico mientras instamos a nuestros amigos a enfocarse en lo correcto.

3. LOS ACADÉMICOS PUEDEN ABSTENERSE DE COMPETIR CON SUS AMIGOS ACADÉMICOS

He sido tremendamente alentado por mis amigos en el mundo académico que me han ayudado a darme cuenta de que cada uno está en su propia trayectoria profesional. Como académicos cristianos en educación superior bíblica y teológica, no estamos compitiendo unos con otros. Este punto es especialmente pertinente en este momento histórico en la educación bíblica y teológica. Las instituciones históricas están luchando por su supervivencia.

Del mismo modo, como personas minoritarias en el mundo académico, estamos luchando por nuestra propia supervivencia en la educación superior. Algunos de nuestros hogares teológicos han sido lentos en aceptar a aquellos que son culturalmente diferentes. A veces somos vistos con desconfianza como resultado de nuestras expresiones de fe contextualizadas. Esto ha dificultado ser aceptados por instituciones teológicas donde podríamos encajar teológicamente, pero tal vez no tanto culturalmente. Una vez allí, a veces es difícil permanecer en estos espacios, ya que con frecuencia operan de acuerdo a sistemas profundamente arraigados y culturalmente orientados que a menudo son tácitos y a veces están vinculados a ciertas percepciones de la fe cristiana. A veces, los problemas sistémicos en algunas de estas instituciones hacen que sea difícil para las personas minoritarias trabajar en ellas sin sentirse cómplices en la propagación de la injusticia.

Con frecuencia, como personas minoritarias, experimentamos agotamiento debido a la explotación (involuntaria) por parte de nuestras instituciones. No sólo hacemos el trabajo para el que se nos contrata, sino que también nos convertimos en un representate predeterminado en todo tipo de comités y en el modelo para las sesiones fotográficas que demuestran la "diversidad" de la institución, entre otras responsabilidades añadidas sutilmente a nuestras cargas de trabajo. Estas "pequeñas" adiciones combinadas con el agotamiento físico, emocional y espiritual que es resultado de las otras presiones únicas que sentimos (que, irónicamente, no son comprendidas o son malinterpretadas por aquellos que nos reclutaron con el deseo de diversificar la facultad) a veces pueden hacer que nuestros trabajos sean insoportables.

Estas son nuestras realidades. Estamos luchando por nuestras vidas académicas.

Dado que estamos luchando por sobrevivir, debemos encontrar formas de aferrarnos al salvavidas juntos. Estoy muy agradecido por las amistades en el mundo académico, incluso en mi pequeño campo, que se abstienen de competir conmigo. Más bien, ha sido revitalizante cuando mis amigos académicos me han ayudado a entender que nunca hay una escasez de buenas oportunidades para aquellos que pueden contribuir de manera única a su campo en la educación superior.

4. LOS ACADÉMICOS PUEDEN RESPONDER A SUS CORREOS ELECTRÓNICOS, ESPECIALMENTE CUANDO NO ES PERSONALMENTE BENEFICIOSO

Es difícil y frustrante mantenerse al día con el flujo interminable de correos electrónicos que llegan descontroladamente a la bandeja de entrada de un académico. Dado esto, tendemos a priorizar los correos electrónicos que provienen de nuestros superiores (es decir, nuestros jefes), aquellos a los que debemos responder (es decir, de colegas), o aquellos que son personalmente beneficiosos (por ejemplo, invitaciones a conferencias). Sin embargo, uno de los mayores estímulos para mí, especialmente durante mis estudios y al principio de mi carrera, ha sido cuando académicos han respondido a mis correos electrónicos sin que haya ningún beneficio personal evidente por corresponder conmigo.

Es habitual que los futuros académicos y los ya establecidos se dirijan a otros académicos en busca de orientación, para solicitar recomendaciones o hacer preguntas sobre sus publicaciones. Brindar este tipo de ayuda es una forma en la que los académicos se ayudan mutuamente. En muchos casos, estas son tareas no gratificantes y no requeridas, por lo que algunos académicos no responderán a este tipo de mensajes, dejando al remitente en espera.

Todos los académicos están ocupados y pueden alegar que lo están, para así no tener que responder toda su correspondencia. Sin embargo, al igual que saludar a alguien con un gesto de la mano es una cortesía común, también es educado que los académicos respondan a la correspondencia de personas que genuinamente están interesadas en conocerlos o que necesitan algún tipo de orientación con la que puedan ayudarles. Puede que no haya un beneficio mutuo en esta correspondencia, sin embargo, uno de los mayores estímulos para mí como académico ha sido recibir correos electrónicos de otros académicos cuyos libros he leído y cuyas conferencias he escuchado, especialmente cuando sabía que no tenían la obligación de responder.

5. LOS ACADÉMICOS PUEDEN PRESENTAR A SUS AMIGOS A SUS OTROS AMIGOS

La educación superior puede ser selectiva. Nuestras disciplinas y convicciones teológicas tienden a determinar con quiénes pasamos nuestro tiempo (por ejemplo, los biblistas, teólogos, bautistas, presbiterianos, etc.). Esto crea, naturalmente, círculos confortables que evitan la polinización cruzada y, por tanto, la diversidad de pensamiento. Sin siquiera ser conscientes de esto, a veces los académicos permanecemos en nuestro acogedor grupo de amigos donde tenemos todas las oportunidades que necesitamos para llevar a cabo carreras exitosas sin pensar en cómo podríamos facilitar oportunidades para otros.

Una de las mejores cosas que me han sucedido en el mundo académico ha sido cuando otros académicos me han puesto en contacto con personas de sus círculos. Esto ha sido especialmente útil cuando académicos de alto nivel me han presentado a personas a las que nunca habría conocido si no fuera por una presentación. También ha sido particularmente útil cuando los autores me han presentado a editores. Muchos de nosotros sentimos que quizá nunca conoceremos a los autores de los libros que leemos y que quizá nunca tendremos la oportunidad de publicar ese libro que queremos escribir. Muchas personas minoritarias simplemente no tienen las conexiones para empezar siquiera. Podemos animar a nuestros amigos esforzándonos intencionadamente por romper el aislamiento natural del mundo académico y buscar conectarlos entre sí, reconociendo que esas conexiones frecuentemente tienen el potencial de hacer realidad sueños académicos.

6. LOS ACADÉMICOS PUEDEN CONFIRMAR A LOS DEMÁS EN SUS CONOCIMIENTOS

El síndrome del impostor es un fenómeno real en el mundo académico, sobre todo si perteneces a una minoría y tu vocación académica es algo diferente de lo que tradicionalmente se espera en determinados entornos académicos. Como resultado de esto, podríamos sentir la necesidad de cambiar o conformar las expresiones de nuestro llamado al mundo académico para ser aceptados dentro del gremio. Es decir, podríamos querer que otros académicos crean que sabemos de lo que estamos hablando y, por lo tanto, sacrificar nuestra singularidad al conformarnos a sus estándares.

Esta tentación es real.

También es un golpe fatal para la verdadera diversidad en la educación superior.

No hay una apariencia o lenguaje exclusivo para un experto en cualquier campo dado. El nivel de habilidad o conocimiento de uno puede expresarse adecuadamente de varias formas en el mundo académico.

Como una persona minoritaria, algunas de las conversaciones más alentadoras que he tenido con otros académicos han implicado el que ellos me afirmen en mi área, aunque mi expresión dentro de mi campo pueda ser un poco diferente a lo que se ha aceptado convencionalmente como académico. A veces, lo mejor que un académico puede hacer por otro es detener su proceso de adaptación a las normas convencionales y afirmarlo como experto de buena fe en su campo. Esto no significa afirmar a esa persona como experta en todo; ni siquiera significa que lo sabe todo sobre su campo; ciertamente no significa que lo sabe todo sobre su grupo poco representado. Nuestro estímulo para otros académicos que están altamente capacitados y son hábiles debería ser proclamar que son expertos legítimos en sus campos. Independientemente de sus diferencias, pueden valerse por sí mismos y no necesitan parecer, ni hablar, ni actuar como los demás en su campo o institución.

LLAMADO FINAL A LA EXHORTACIÓN

Los académicos cristianos están llamados a hacer todas las cosas que se les pide a otros académicos, e incluso más. Debemos ser faros de exhortación para otros académicos.

Las personas que provienen de grupos poco representados en el mundo académico necesitan en particular este apoyo mutuo y de la comunidad académica en general.

Fomentemos una cultura en la que nos cuidemos bien unos a otros, en la que ampliemos nuestro círculo de amigos, celebremos la autenticidad de las diversas expresiones del llamado académico y celebremos los logros de cada uno.

Nos necesitamos más de lo que pensamos.


Sobre el Autor

Dominick S. Hernández

Dominick S. Hernández (Doctor por la Universidad de Bar-Ilan) es profesor asociado de Antiguo Testamento y Semítica en la Escuela de Teología Talbot de la Universidad Biola. Es autor de varios libros, incluyendo Cómo leer los Proverbios y Engaging the Old Testament: How to Read Biblical Narrative, Poetry, and Prophecy Well. Conéctate con él en domshernandez.com o en las redes sociales:


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This piece is adapted from an address given at the Evangelical Theological Society's Ethnic Minority Networking Lunch, November 16, 2023, in San Antonio, Texas.